En las calles de Cali, en los semáforos y en algunos buses del MÍO, un hombre elocuente y de mediana estatura deambulaba con un maletín y un saxofón. Gonzalo Genova vino de Mar del Plata (Argentina), tiene 26 años y está explorando Latinoamérica a punta del rebusque musical.
Con notas de jazz y blues, consigue las monedas que diariamente le brindan la posibilidad de comer, pagar un lugar donde dormir y si viaja, comprar un pasaje de bus.
Emprendió su intrépida travesía hace año y medio, luego de dejar sus estudios en gastronomía. “Quería ver el mundo, saber qué es no tener raíces y estar sin rumbo fijo, sin preocupaciones”, explicó Gonzalo.
La aventura de viajar con una muda de ropa y su instrumento musical lo ha llenado de muchas alegrías; ha pasado por Bolivia, Ecuador, Perú y parte de Colombia.
No ha sido fácil, sobre todo cuando los bolsillos quedan vacíos. “En muchos lugares, como en Bolivia, tuve que dormir en la terminal de transporte; no tenía ni una moneda para pagar un cuarto de hotel o una simple cama en un hostal”, relató.
Su peregrinaje le ha dejado grandes enseñanzas con experiencias buenas y desagradables. “Se puede creer en la gran bondad del ser humano -gracias a las personas que me brindaron la mano sin esperar nada a cambio-, pero también el lado oscuro de quienes solo buscan hacer daño”.
El robo de sus recuerdos
En un desplazamiento improvisado, cualquier cosa puede pasar. Y sí, así fue. Le sucedió en una playa de Canoa (Ecuador), en el lugar donde dormía. Los ‘amigos de lo ajeno’ se llevaron su cámara de video, que atesoraba horas de recuerdos audiovisuales de cientos de kilómetros recorridos.
“Esa noche me dijeron que podía dormir en ese lugar; cuando amaneció noté que mis cosas no estaban, se llevaron mi cámara, mi ropa, plata y varios elementos; me obligaron empezar de cero”, contó este histriónico argentino que ahora quiere llegar a Venezuela.
Su gratitud hacia la gente
“Si yo pudiera nombrar a toda la gente que me ha dado la mano tendría que escribir un libro, son personas con quienes estoy completamente agradecido porque en días en que no he tenido nada en mis bolsillos han caído como ángeles del cielo, han saciado la sed y el hambre por la que he pasado”, dice este nómada, quien estuvo encantado en Cali.
Su fascinación por la ciudad
Hace cinco meses llegó a la ciudad. Logró quedarse en un hostal, gracias a las monedas que recogía tocando su saxofón en los semáforos; también el sistema MÍO le ‘salvaba la patria’.
“Cali tiene algo que las demás ciudades no, es acogedora por su clima, su gente, además que hay música por todas partes. La salsa es un ritmo con el que mueves el cuerpo, así no sepas bailarla, ya estoy aprendiendo”, le dijo a Utópicos, mientras en su rostro se notaba el entusiasmo con el que hablaba del lugar en donde mejor le ha ido.
Aunque Gonzalo estaba feliz aquí, sabía que seguiría el camino de su gran aventura. Así, un día se despidió y siguió su camino por el mundo.